Increíble despojo a cuentahabientes
Por Álvaro Venegas Sánchez
En febrero del 2008, entró en vigor la reforma al Artículo 61 de la Ley de Instituciones de Crédito y desde entonces, los 40 bancos del país, están incautando las cuentas de pequeños ahorradores; aquellas cuentas “inactivas” porque los dueños no depositan ni retiran ninguna cantidad y el monto no excede a 300 días de salario mínimo. Para no creerse, pero están quitándoles su dinero a quienes tienen depósitos de 17 mil pesos para abajo, por efectos de la Ley aprobada por el Legislativo, la cual ordena que el dinero confiscado pase a una “cuenta global” destinada a beneficencia pública.
Al respecto, lo increíble no es el robo legal aprobado por diputados y senadores, sino el hecho que ahora un diputado del PAN, Julio Castellanos Ramírez, presentó una iniciativa de reforma a efecto de que los ahorros prescriban a favor del Instituto de Seguridad Social para las Fuerzas Armadas Mexicanas (ISSFAM), valorando su función y recompensándolas dando “un mejor futuro a los soldados en retiro”. En contrapartida, el senador del PT, Ricardo Monreal, presentó otra para modificar el Artículo 61 de la citada Ley con el fin de que los ahorros incautados en vez de ir a beneficencia pública, sean devueltos a los titulares de las cuentas bancarias y “tengan el derecho de retirarlas cuando quieran y disponer de su dinero cuando les plazca”. Argumento excelente, pero ¿Cuál de las iniciativas aprobará el Congreso? ¿la del PAN o la del PT? Estando como está la política, amable lector usted ¿por cuál apostaría?
De la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (la Condusef), no hay esperanzas. El vocero del organismo, Marco Carrera, informó que en el 2010 sólo llegaron 50 quejas y durante el presente año sólo han recibido nueve; además considera que los afectados “pueden ser ancianos, migrantes y gente de pocos recursos”, aunque “también puede haber personas pudientes que se olvidan de que tenían una pequeña cuenta de ahorro”. Dice, “es gente que no tiene necesidad de estar cuidando su dinero, porque tiene varias cuentas bancarias. Eso le puede pasar a un Carlos Slim, a quien por decir algo, entre sus 100 cuentas bancarias se le traspapeló una pequeña cuenta con 17 mil pesos”. Obviamente, con un supuesto protector y defensor de oficio que piensa así, ¿Qué pueden esperar los pequeños ahorradores, que no quisieron guardar su dinero bajo la almohada y lo llevaron a un banco?
Por cierto, aprovechando que el propio diputado panista, Julio Castellanos, pregunta “¿Qué es la beneficencia pública? (acaso) “¿Un grupo de burócratas de la Lotería Nacional?”, es válido relacionar la medida con otro asunto: Apenas el 30 de septiembre, la Asociación de Bancos de México junto con el gobierno de Coahuila, formalizaron un acuerdo para financiar la deuda de ese estado que pasó de 323 millones a más de 31 mil millones durante la gestión de Humberto Moreira, presidente nacional del PRI que acaba de advertir a los adversarios de su partido que optan por la “guerra sucia, por la guerra negra” y por la descalificación, “que nos les funcionará y que en julio del 2012 van a ganar la Presidencia de la República”
El caso es que el acuerdo para rescatar la entidad norteña, se concretó mediante un crédito simple por 33 mil 867 millones de pesos a plazo de 20 años, otorgando así certidumbre a las finanzas estatales. Más allá de las sospechas, pues todo mundo sabe que las instituciones bancarias no son damas de la caridad, los bancos acreedores de Coahuila, donde está el Norte, según decía un promocional del ex gobernador Moreira, entre otros son los siguientes: Banorte, Banamex-Citi, BBVA-Bancomer, HSBC, Santander, Banco del Bajío, Scotiabank, Afirme, Banregio, Nafin y Banobras. Los dueños saben que mañana o pasado, por éste y otros favores, pueden declararse en quiebra como en tiempos de Ernesto Zedillo; saben que al final el pueblo paga y con mayor razón ante el posible retorno del PRI.
En calidad de mientras, es conveniente que los pequeños ahorradores, consulten sus cuentas; y si ya tienen años de no hacer ningún movimiento y están disponibles, tomen la mejor decisión. Quizá no han acumulado intereses aunque los bancos hayan invertido o prestado su dinero obteniendo ganancias; pero la cantidad que sea, que la juntaron con mucho esfuerzo les pertenece y no tiene por qué pasar a beneficencia pública o al ISSFAM.
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